El cambista y su mujer
PEDRO REINALDO
LUIS JARA
EL CAMBISTA Y SU MUJER
(TEXTO NARRATIVO)
Óleo sobre tabla, 83 x 97 cm.
1514 por Quentin Matsys
Hace mucho tiempo, en 1514, había un cambista contando monedas con su mujer.
Los dos tenían mucho trabajo contando monedas, pero no sabían lo que pasaba allí.
Estaban cambiando el dinero del rey para que fuese a otro país. Contaron 300 monedas y de
repente la luz se fue y alguien los tiró al suelo, abrieron las ventanas para tener luz natural,
cuando recuperaron la luz no parecía haber pasado nada, volvieron a contar las monedas y se
dieron cuenta que había 10 monedas menos. Pensaron que el problema era que habían
contado mal así que siguieron con el cambio.
Esta vez contaron 290 monedas y se fueron a descansar un poco antes de que les viniese
a recoger la guardia real para ir camino al castillo del rey a entregarle el dinero cambiado.
Volvieron a su mesa de contabilidad, y se quedaron muy asustados porque a simple vista
parecía que faltaba alguna moneda, volvieron a contarlas muy nerviosos y se quedaron
paralizados al contar 280 monedas. Se dieron cuenta de que algo raro pasaba en aquella
sala. Tuvieron miedo y en esos momentos sonó la campana y en la puerta de su casa
estaba la guardia real.
Fueron a saludar a los guardias, los guardias pidieron que llevasen las monedas cambiadas
y cuando fueron a cogerlas vieron su vida patas arriba ya que ahora habían 270 monedas,
pensaron en un plan para engañar el rey y allí fueron con los guardias al palacio real.
Al darse cuenta de que faltaban muchas monedas se pusieron a pensar. Ellos sabían que
había alguien que robaba las monedas, pero no sabía quién. Al darle las monedas al rey,
rápidamente se adelantó y dijo que faltaban unas monedas. Interrumpiendo, muy
enfadado, dijo que le iba a castigar muy gravemente en estos días, ya que necesitaba
urgentemente todas las monedas. El cambista dijo que le estaba preparando una sorpresa
muy especial, y el rey le concedió tres días para que le diese las monedas faltantes o la
sorpresa que decía que tenía. El primer día se lo paso todo el día buscando las monedas
resultantes, por los bolsillos, debajo del sofá, de la cama… Se puso a pensar qué les
podría haber pasado a las monedas, un ladrón no podría ser porque su casa tenía mucha
seguridad, hombres fuertes, altos y robustos estaban en las puertas de la casa
protegiéndola. Al día siguiente, vió a su perro muerto en el suelo y lo llevó al médico para
que viese porque se había muerto. El perro había muerto por intoxicación, tenía 30
monedas en su barriga, y había muerto ahogado.
Al recuperar las monedas se las devolvió al rey, y este le dió las gracias y le regaló un
perro, gracias a que le había dado todas las monedas. Más tarde, al día siguiente encontró
en el bolsillo de su chaqueta otras 50 monedas, que pertenecían al rey. Y se quedó
pensativo...
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